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Un buen día para Presentarme

Saludos cordiales a todas y todos. Creo que ya es hora de que me presente en nuestro Blog y hoy

es un buen día.

Mi nombre es Antonia Alcaraz y soy la Presidenta de R.E.M.A.R.E. También soy Enferma Alcohólica rehabilitada

desde hace 35 años y, por esta razón (y otras muchas más) creo que debería explicaros a las personas que tenéis

el interés de visitarnos algunas cosas acerca de este gran gema. Mi experiencia me dice que no se busca una

información acerca de la enfermedad del alcoholismo si no tienes a una persona para ayudarla, por eso me gustaría

daros algunos consejos, todos ellos sacados de mi largo camino en este mundo con esta enfermedad tan mal vista

por la sociedad y tan poco reconocida por la Administración Pública.

El Alcoholismo es una enfermedad que se adquiere a través del consumo compulsivo de

una substancia llamada ‘alcohol’, que se encuentra sin problema ninguno y en cualquier bar, tienda

de comestibles, supermercado y, además, adquirirla no está penalizada; también es la droga

Más barata del mercado; PERO FÍJENSE MUY BIEN EN ESTO, también es la que MÁS vidas se

lleva por delante y la que más familias destruye.

1º El alcohol le hace más alcohólico tanto si consume pocas como grandes cantidades.

2º Da igual si consume bebidas de primera marca como de garrafón.

3º Es perfectamente posible caer en la adicción a pesar de que el consumo sea esporádico.

4º Incluso también a pesar de que nunca se haya emborrachado.

5º El alcoholismo no entiende de estatus sociales

6º Si en algún momento de su vida ha tenido que tomarse alguna bebida para

resolver un problema póngase en alerta.

7º Si son padres no enseñen a sus hijos a tomar un poquito con aquella frase

(que por desgracia todavía se utiliza) de que ‘por un poco no pasa nada’ y además,

riéndose la gracia como si no fuera nada importante.

8º Tenga siempre presente que el consumo de alcohol es perjudicial a pesar de que

algunas personas digan lo contrario y si no fuera así no existirían mas de tres millones

de alcohólicos en España.

9º El alcohol no solo deshace el hígado, si no que, además, afecta a todos los

órganos de nuestro cuerpo; y si no, haga un ejercicio mental: si usted tiene un

hijo y lo alimenta, no sólo le crece una parte de su cuerpo, verdad? Si tiene una

planta y la riega cada día, no SÓLO recibe el agua una parte de esa planta, NO?

10º Después de todo esto piensen ustedes qué deberían hacer si en algún momento

están preocupados; diríjanse a nosotros y les aconsejaremos lo mas acertadamente posible .

Y además, no olvide nunca aquella frase que se suele decir: el que se lo ha

buscado que se lo resuelva. AYUDÉMOSLE, ES UNA PERSONA

 

 

 

Un abrazo a todos y todas.

Antonia Alcaraz

 

 Una reflexión personal de alguien que sigue luchando.... sin más presentación....

 

 

 

 

REFLEXIÓN PROPIA

Después de algún tiempo sin beber (poquísimo por cierto: 48 días) entre la ansiedad y las dudas vislumbro la luz, algo puedo observar, sentir, percibir, padecer, deplorar pero lo mas importante es que puedo RECORDAR, situaciones de mi vida en las que el ALCOHOL era mi compañero de piso, compañero de ilusiones, de desilusiones, de esperanzas y de desesperanzas, de amores y desamores, de triunfos, de fracasos (mientras escribo esto las lágrimas resbalan por mis mejillas), el ALCOHOL era el que construía castillos de arena con sueños que se escapaban de mi mente para convertirse en pesadillas, el ALCOHOL era mi compañero de trabajo también fue mi compañero del despido en la empresa en la que llegué a ser numero 1 en ventas. El ALCOHOL, siempre el mismo, quien me devoraba física y psicológicamente.

Entre la ansiedad y el temblor de mis manos aún puedo y quiero no olvidar tanto odio, rencor, repugnancia que sentía por mi misma. Como puedo olvidar al ALCOHOL?, a alguien que me quiso ayudar? ¿verdad ALCOHOL? Ayudar a entrar en la decadencia, día tras día, como olvidarte me pregunto una y otra vez, sino se perdonar el daño que has hecho a mi alrededor.

Todo se intenta olvidar al despertar.....todo menos a ti, créeme no quiero olvidarte NUNCA. No quiero volver a caer en tus brazos como hacia cada noche cuando me acostaba en mi cama.....espero que este recordatorio quede siempre en mi mente para alejarte lo mas posible de mi actual luz que posee mi valiosa vida.

 

 

Clara 

 

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 LA FAMILIA BIEN, GRACIAS

(Ponencia Familiares Congreso Catalán Tortosa 2005)

Como cada día, Isa tiene preparado el desayuno a su marido. Café con leche y galletas. Juan se lo mira mientras se lo engulle, sin sabor, sin ganas. Con sólo diez años, sabe perfectamente lo que es una resaca en el cuerpo de su padre. Lo admira, pero a la vez tiembla con sólo pensar cómo volverá a la noche. La noche anterior no estuvo mal: a las nueve ya estaba en casa, cenando y mirando la tele, todos juntos, cosa rara. El alcohol llenaba la mesa en forma de cerveza primero y licores después; lo malo vendrá hoy. Juan conoce a la perfección las costumbres paternas, el día que se queda en casa es el anterior a la tormenta, no falla y es así desde hace años.

La despedida es breve, sin cariño… podría decirse que ha desaparecido todo vestigio de amor entre la pareja formada por sus padres. Isa observa la puerta mientras se cierra, segura de lo que tendrá que aguantar durante todo el día. La comezón que le inunda el estómago no se soluciona con un par de Almax; es algo más fuerte, más profundo, mucho más angustioso. Angustia, sí. Eso es lo que le está empujando, día a día, a elaborar una idea que sólo conocía de las series de televisión que ve por la tarde, esas series en las que la gente se separa por nimiedades… ¡Ja! - ¡Que me venga un productor de esas series que le voy a dar un buen guión, de esos de cleenex y toallitas! -

La puerta se abre, insegura, con lentitud… - Hay que ponerle aceite en las bisagras…- piensa el hombre… mientras se le escapa una risilla. El cuco, regalo de la madre, marca la una y cinco de la madrugada. ’No ha estado mal’, piensa. Lo del coche tiene arreglo, pero el dinero… ¿Cómo se lo dirá a su mujer? Mañana. Mañana, a la hora de comer, sábado, día familiar, como quien no quiere la cosa… Mira Isa, he perdido la paga, me la he gastado. La lavadora tendrá que esperar al mes siguiente.

Isa lo espera en el umbral de la habitación; sorprendido, con ojos enrojecidos, él la mira y baja la cabeza. Tambaleándose, consigue llegar hacia donde está ella e intenta vocalizar algo… Los efluvios alcohólicos la impregnan, pero Isa ni se inmuta. Hasta aquí ha llegado. Sabe muy bien dónde está el dinero, cómo lo ha perdido y que este fin de semana tampoco podrán lavar la ropa mientras ven la tele. Pero este fin de semana van a ocurrir cosas. Él no lo sabe y hoy lo dejará dormir. Mañana será el gran día, el día después….

La historia arriba contada puede corresponder a miles de familias de diversa condición, pero puede ampliarse a otras muchas situaciones en las que mujeres, maridos, hermanos, padres, tíos e incluso amigos, han decidido echar una mano al enfermo, han optado por darle una oportunidad (otra más, tal vez la última) para arreglar una situación insostenible….

Cuando los familiares tomamos una decisión respecto a este tipo de enfermedad, tenemos dudas y lo hacemos, muchas veces, a ciegas, sin saber a dónde acudir, a qué puerta llamar. Pero una cosa tenemos clara: o se arregla el problema, o se claudica. ‘Basta’ es una dura palabra, que puede significar algo muy importante. Y marca toda una existencia, una forma de vivir largo tiempo mantenida. La entereza demostrada durante todo un proceso de desintoxicación se puede hacer añicos si, esa confianza depositada durante cierto tiempo, se rompe por una recaída, o un desfalco.

Es en ese momento cuando entran a formar parte de la ayuda del enfermo las asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados; cuando sobretodo no hay familiares que tutelen al enfermo, se vuelven imprescindibles para su recuperación.

Vamos a analizar un poco los diversos modelos de familiar/alcohólico que nos podemos encontrar en nuestro viaje por el mundo de la rehabilitación.

Sin duda, el momento más intenso en la recuperación del individuo y, por causa/efecto, de la familia, es al principio de la abstinencia. Es en ese momento cuando el familiar toma más protagonismo, lo tutela, lo cuida y lo anima a continuar con su cura. El problema, en algunos momentos y núcleos familiares puede llegar después, cuando el familiar pierde ese lugar importante, cuando el enfermo gana confianza y puede ‘prescindir’ de ciertos privilegios y cuidados.

En un tiempo estimado que se calcula entre 6 meses y dos años, el enfermo experimenta un cambio substancial muy importante en su persona, que es reflejado en todos los que lo envuelven. Ese cambio tiene como consecuencia primordial la recuperación de la importancia en sus tareas y la confianza perdida en los suyos. Esa confianza, largamente ansiada, se puede convertir en un arma de doble filo: al tener más autonomía e independencia, conseguimos valernos por nosotros mismos, provocando la desazón y angustia, de nuevo otra vez, en el familiar de turno al no poder controlar la situación como hasta ese momento.

Aquí nos encontramos, entonces, con dos opciones largamente aprendidas entre los afectados: en la primera y la menos recomendable, por el nivel de recaídas posteriores, el enfermo opta por no asistir más a la asociación, pensando que ya está curado y que no tiene por qué perder el tiempo en eso; o, por el contrario, y esa es la más adecuada, junto con el familiar o familiares sigue asistiendo periódicamente al centro usual y se involucra y relaciona para fortalecer su abstinencia.

En el primer caso se da el mayor número de tropiezos en el largo camino del abstinente. No por casualidad, siempre se recomienda una asistencia regular a reuniones, cambios de impresión, aportaciones personales… dentro de ello también interviene un factor muy importante, que es el de la autoestima. Sentirse útil para algo y para alguien da fuerzas a aquella persona de las que ha carecido durante mucho tiempo. En el segundo postulado, sin miedo a equivocarnos, encontramos una fuerza de voluntad muy arraigada en el enfermo, así como la seguridad del familiar ante una hipotética recaída.

Cabe destacar un hecho que se viene denunciando hace mucho tiempo dentro de nuestras filas, si permiten la expresión, y es que tanto en un caso como en el otro, el familiar nunca es asistido de ninguna manera por nadie, tan sólo por esas asociaciones sin ánimo de lucro que puedan contribuir a sobrellevar el peso de la angustia por la situación. Tanto es así, que en toda Barcelona sólo hay un centro especializado en tratamiento de familiares de enfermos alcohólicos. El familiar, durante todo el proceso de desintoxicación, mantiene una postura de expectativa, observación y estudio de todos los rasgos cambiantes de su ‘protegido’. Después de un tiempo determinado, cuando el alcohólico ya está prácticamente rehabilitado, como hemos dicho antes, se queda en un segundo plano, como actor secundario de una escena que nunca quiso interpretar. En otro momento podríamos hablar con más extensión de esta problemática derivada de la recuperación del individuo, pero debemos dejar constancia que, durante todo este proceso que puede durar años, hay una persona, un intérprete que ha quedado desamparado y sólo respaldado por las asociaciones que mencionamos: el angustiado y sufrido familiar.

Analizando los diversos tipos de situación, nos podemos encontrar con los siguientes postulados:

Primero: situación de mujer alcohólica; en este caso y por regla general, el hombre opta por no decir nada a nadie, ocultar la enfermedad de su pareja; aun así, es frecuente que las críticas y ataques verbales a su pareja sean constantes y reiterativas. Por nuestra tradición y cultura, a la mujer se le supone un papel sumiso y coherente con la familia y cuando se dan casos como éstos, por desgracia es normal que el rechazo de la sociedad en general sea mucho más acusado y el marido tienda a ‘proteger’ y ocultar esta desgracia, ya sea manteniendo el problema en casa o evitando comentarlo con nadie. Por supuesto, es en estos casos en los que la mujer lo tiene más difícil para acceder a una asociación que la ampare y la guíe por el camino y decisión correctos. La cosa se complica, evidentemente, cuando hay hijos, los cuales mantienen una distancia con la madre en general, aunque el ‘trauma’ y angustia sean prácticamente los mismos que en el caso del padre, con algunas diferencias.

Segundo: situación de marido alcohólico; si hay hijos por medio, lo normal es que la mujer decida protegerlos y ocultar el mal trago. La protección de los hijos es mucho más acusada en la madre si cabe cuando es el marido el que cae en un alcoholismo incipiente. Si la pareja es joven y, por suerte, aun no hay descendencia, los caminos a seguir son poner la solución o dejar la relación. En consecuencia, todo se complica mucho más cuanto más obligaciones y deberes haya adquirido la pareja en cuestión: hijos, hipoteca, pagos regulares, etc. Dependiendo del grado de responsabilidad adquirida se pueden dar muchas situaciones que, aunque todas tienen solución, no suponen un valor añadido sino más bien una razón más para dejar el consumo de la substancia.

Finalmente, debemos citar aunque sea de refilón, el caso de la familia que niega la ayuda al familiar, sea el marido, la mujer, el hijo, etc. Se han dado casos (y podemos documentarlos) en que el enfermo se ha visto totalmente desamparado frente a su enfermedad a causa del rechazo familiar, por negar la ayuda o pensar que es tan sólo un ‘vicio’, una mala costumbre en la que ha caído el afectado y que, por contrapartida, no está enfermo, sino viciado y, encima, por su propia culpa. Estamos de acuerdo en que el alcohólico tiene buena parte de culpa en su enfermedad, pero no en la descripción que se le da por parte de los más allegados pensando que tiene cura y tratándolo tan sólo como un mero vicio pasajero. Es más, cuando se empieza el tratamiento, en estos casos es más que probable que incluso en los estados más avanzados se le rechace provocando una falta de ayuda considerable. Son los menos, por suerte, pero no por ello poco importantes, ya que suponen un valor añadido en la cura final del individuo.

Finalmente debemos comentar con brevedad la visión que se le da en los medios de comunicación al problema del alcoholismo; es un error pensar que esta enfermedad es patrimonio de gente desahuciada y con un nivel bajo de cultura. Siempre se nos presentan imágenes de alguien tirado por los suelos, personas sin medios económicos, individuos con una existencia paupérrima, etc. Pero no es cierto en absoluto, y lo recalcamos, que sea patrimonio de los desamparados. El nivel cultural no está reñido con el alcoholismo, sino que es algo extensible a todos los niveles, desde el más pobre de los individuos hasta el directivo de cualquier gran empresa, pasando por médicos, arquitectos, ingenieros y un largo etcétera que nos daría luces de alerta si también se comentara con asiduidad en los medios; claro que extender un problema grave a todos los niveles es, quizás, arriesgado dada la imagen que tenemos de todos ellos. No hay más que ver quien nota más las desgracias: la gente pobre y sin recursos. Se supone que el que tiene un buen nivel económico puede afrontar con mejores resultados esta enfermedad. O al menos eso creemos. Habría que ver cuántos de los desamparados sin techo, alcohólicos y enfermos, tenían una buena posición laboral antes de caer en el pozo del alcohol. Vamos a dejar esta pregunta para que nos la respondan los profesionales, pues son ellos los que han tratado más casos de este tipo, sobretodo centros de desintoxicación de pago, inalcanzables para los que no tienen medios económicos adecuados.

Para concluir, hemos de recordar que tenemos un tema pendiente en el mundo del alcoholismo; sirva esto para reflejar las carencias de nuestro sistema sanitario actual para ayudar a los que más cerca están de los enfermos, los familiares. Ellos son, en muchos casos, los verdaderos desamparados, los angustiados y los necesitados de ayuda. Por cada caso de feliz solución se dan dos con secuelas en los familiares y eso es algo que aun no está contemplado con objetividad en la realidad del alcohol. Tenemos una deuda pendiente con ellos y deberíamos hacer algo al respecto.

Siempre hay otra oportunidad, eso lo sabemos. Siempre hay una salida, una solución y estaremos aquí siempre para ayudarlos. Al menos nos queda el apoyo de todas las asociaciones sin ánimo de lucro que hacen posible que nuestro estado de ánimo consiga hacernos sonreír ante los malos momentos pasados.

Gracias a todos. Especialmente a Remare.

Elisabeth Riquelme

Remare

 

 

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PONENCIA

HEREUS DE LA NOSTRA CULTURA

(Congrés Català Tortosa 2005)

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Per començar a parlar d’aquest tema, primer seria interesant definir una sèrie d’aspectes que s’han de tenir presents per tenir una mica de criteri. Malgrat no som uns professionals, intentarem donar unes pautes i conceptes per fer més entenedor el problema de fons que en ocupa. Y per fer-ho, hauriem, en primer lloc, d’entendre el concepte de ‘Cultura’.

Què és la cultura d’un país? Suposo que a tots, quan sentim aquesta paraula, ens venen al cap les tradicions, la manera de vestir, l’idioma, el caràcter de la gent… Tot això defineix una sèrie de característiques intrínseques a la gent i lliurar-se’n d’elles significa perdre una mica de cadascú com a persona dins de la societat. En una país tan divers como és Espanya podem trobar un bon grapat de diferències culturals entre un lloc i un altre sense anar més enllà de les pròpies fronteres. Cada lloc té el seu propi color, la seva gastronomia i, fins i tot, el seu propi idioma. En poques paraule: cada regió una identitat. També la seva particular manera de lloar o menysprear. Però cultura també significa altres coses. En la nostra societat, per sort o per desgràcia, també és cultura l’alcohol, malgrat existeixi qui no ho vulgui admetre. Suposo que tots els que estem aquí entenem a la perfecció el significat d’aquestes paraules, però per a molta gent, la reacció més normal seria la indiferència, perquè l’alcohol, en principi, no és cap problema. O si?

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Avui dia som en un sistema social en el qual el símbol de l’ampolla apareix amb massa freqüència i cada vegada més, en molts del llocs que hauríem d’entendre com a embaixadors de la cultura’. Des del principi dels temps, l’alcohol ha sigut protagonista de tota festa i congregació massiva de persones i ètnies, fins i tot en els moments més tristos de l’esdevenir de les nostres vides. En funerals, en aniversaris, en casaments, comunions, batejos, celebracions particulars, de feina, familiars, amb amics, etc. El fet que un nedó digui les seves primeres paraules pot ser motiu d’obrir una ampolla de cava. I quan aquest nen aprova la selectivitat, la festa és de tal magnitud que l’alcohol corre a dojo. Aquesta, malauradament, és una de les més grans incongruències que formen part de la nostra pròpia cultura. Seria maco poder dir, com ho fan alguns, que l’alcohol s’ha de beure amb moderació. Ara bé, aquell qui es passa de la ratlla, és el seu problema, no el dels demés.

Mirin, discrepem en aquest punt. Quan la hipocresia ho envolta tot i hem de treure forçes d’on ja no en queden per anar amb el cap ben alt, només ens fem una pregunta, que de ben segur, més d’un de vostès s’haurà arribat a fer alguna vegada: Perquè ens rebutja la mateixa cultura que ens ha ensenyat a beure? Ens hem acostumat i han deixat de ser notícia certs aspectes que ens rodegen, pel simple fet de ser cuotidians. Les guerres i la fam al món ja no són una novetat, i no obstant hi ha gent que hi mora. Proclamem un dia a l’any com a dia sense tabac, la qual cosa està molt bé; declarem un altre com a dia de la dona, i en sembla excel·lent. I així fins a una llarga llista de dies, recolçats amb nombroses estadístiques per reforçar la importància de l’aconteixement. Doncs bé, nosaltres no esmentarem tot un conjunt de nombres i percentatges. Només donarem dues dades que considerem haurien de fer despertar a alguns i discrepar sobre certs desequibris socials que provoca la nostra més innata capacitat festiva. La primera: cada any moren més de cent mil persones, cent mil, com a causa directa de la intoxicació per etanol i, indirectamente, per accidents de tràfic, per accidents laborals, càncer de pàncreas i esòfag. Fent una arriscada comparació, els direm que, davant la guerra sense treba declarada al tabac (cosa que, per altra banda, considerem adequadament encertada amb alguns matiços) moren cada any pel tabac 56.000 personas. I com a segona dada: el seu consum, sense anar més lluny, pot donar lloc al desenvolupament de càncers de cólon. Els percentatges poden variar depenent del que entenguem per causes indirectes derivades del seu consum; el que si és evident, malgrat és difícil que les institucions médiques es possin d’acord sobre el nombre real de morts, és que és responsabilitat directa de l’alcohol el 70% de les morts per cirrosis hepàtica en el nostre país. El 30 % restant corresponen a hepatitis o altres virus derivats. Sabem també que l’esmentada substància és la responsable de casos de violència de génere, conflictes laborals, depressions cròniques i un llarg etcètera que potser citarem en un altre moment. Són aquestes dades les que marquen, un cop més, el desequilibri provocat en la nostra societat per la tolerància al consum, cada cop més desmesurat, d’un dels productes més preuats de la nostra terra.

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Buscar informació al respecte, per sort, no es gaire difícil. Fent una petita recerca per interner, trobem dotzenes de llocs en els quals hi ha informació i dades prou interesants, molts d’ells lloats per metges de renom mundial. Però després, quant un ja ha trobat la informació i s’ha saturat de dades i estadístiques, trobem que quelcon falla a la forma, que no pas al fons. Hi ha una pregunta que ens fem per començcar quan deixem de beure. Abans d’això, sabíem que hi havia un menyspreu per part de la societat, que la imatge que es té de l’alcohòlic era la d’un home assegut a la barra d’un bar fartant-se de conyac o bé de cervesa. Però després, al començar a anal·litzar el tema i el nostre entorn, ens vàrem adonar, com molts dels aquí presents suposso, que en els mitjans no se’n feia esment a un dels problemes més greus en aquest i d’altres països. I pràcticament, hores d’ara segueix passant el mateix. De vegades trobem una referència en algun lloc, un article aïllat, alguna informació de ponències i conferències però, manca el principal: l’informe mediàtic, la difusió en els mitjans de comunicació (prenem com exemple el tabac ). Hores d’ara deixem anar una pregunta que ja fa temps que ens fem i `de la qual, malauradament sabem la resposta: Per què?.

Fins a on por arribar el nostre interés pel negoci i els diners que no veiem un problema que fa temps que mata milers de persones aquí, a casa nostra ? Aquesta és una pregunta que deixem en l’aire i que es fa tanta i tanta gent i hores d’ara ningú ha respost de forma clara.

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És realment trist que de vegades tinguem q’adornar-nos de les falles que té el nostre sistema. Com hereus de la nostra propia cultura, som conscients dels entrevancs i reptes que ens pot comportar el llençar-nos a l’aventura de la crítica constructiva. Nosaltres no començem a beure obligats per ningú, aixó per suposat. Ningú nos va possar l’ampolla als llavis. La nostra vida particular, com la de molts del presents, va estar plena de multitut de problemes ocasionats per la vida que portem i, i d’altres que un ser humá nomès por comprendre a la intimitat. Acceptar el fet de ser alcohólic, com ja hem dit en alguna ocassió, no es feina fácil, però que el sistema accepti un greu problema derivat d’un dels seus més preuats abanderats culturals pot supossar una quimera social i política que ens divideixi i ens forçi a cambiar de soca-arrel certes costums profundament arrelades. Els alcohólics rehabilitats no demanem que ningú begui, no demanem la llei seca. L’ únic que demanem es que s’ens tracti com el que som : persones. Que el reconeixement d’una errada garrafal per part de la societat no suposi un part dolorós per aquells que s’atençent a uns ideals perfectament possibles. Estem cansats de veure la cara que posa la gent quant diem que són alcohòlics. Si diguéssim que tenim càncer, tothom es sentiria trist i ens donarien anims sense més. Peró aquesta mirada extranya i persemblant, aquesta sorpresa per part de qui es creu que tot són flors i violes al nostre sistema, li provoca a un la sensació de ser un ser extrany, un extraterrestre amb tentacles i cua inclosa, una errada social.

Nosaltres no som una errada social. Vostès no són una errada social. Tots formen part d’una imnesa roda que gira a una velocitat de vertígen i, quant algú s’en va, és tractat amb menyspreu i apartat sense compasió. Ens agradaria poder dir-vos que ha estat fácil per nosaltres arrivar fins aquí. Ens agradaría poder sentirnos satisfets d’allò que ha sucseït perque hem tingut la informació adecuada just al moment adecuat. No ens sentim satisfets del mal ocasionat al nostre cos i a la nostra familia. Si mireu un moment a la persona que tenenal costat s’adonaran que no la conèixen, que és un extrany per a vostès. Però tenen alguna cosa en comú: una lluita diaria per un conflicte que be de lluny. Això és el que els uneix i els fa forts i gràcies a que avui estan aquí, podem transmetre’ls una informació que, fa temps, potser ens hagués estat de molta utilitat i podria haber evitat el vessament de moltes llàgrimes. Desde aquí volem donar, amb tota sinceritat, les gràcies a les nostres famílies, especialmente els més propers que, amba la seva paciència i comprensió ens han donat ajut per despertar entre vostès. També volem donar les gràcies a tots els familiars de malalts i dir-los que no defallèixin, que paguen la pena aquestes llàgrimes. Només veient com ha canviat la mirada dels nostres és suficient per continuar lluitant per la nostra dignitat, per la de tots. Volem també agrair amb franquesa a totes les organitzacions que fan possible cada dia el miracle del rehabilitat. A Remare especialment i a les persones que la dirigèixen, perque són un clar exemple d’ajut i dedicació plena. I volem donar-los les gràcies a vostès per estar aquí i aguantar estoicament els sermonts que els donem. Això significa que la roda ha començat a moure’s d’una altre manera i que vostès han decidit canviar quelcom, tot perdent la por al ‘què diran’, encara que només sigui per orgull.

Rodolf Sabaté

Remare

 

 

 

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PONENCIA

HIJOS DE NUESTRA CULTURA

(Congreso Catalán Tortosa 2005)

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Para empezar a hablar del tema en cuestión, primero sería interesante ponerles un poco en ciertos antecedentes que hay que tener en cuenta para hablar con un poco de criterio. Aunque no seamos unos profesionales del tema, intentaremos dar unas pautas y conceptos para que entendamos mejor el problema de fondo que nos ocupa. Y para hacerlo, deberíamos en primer lugar comprender el concepto ‘Cultura’.

¿Qué es la cultura de un país? Supongo que a todos, cuando hablamos de ello, les viene a la cabeza el folklore, el atuendo, el idioma, el carácter de las gentes… Todo eso define una serie de características intrínsecas a la gente y desprenderse de ellas significa hacerlo un poco de la identidad de cada uno como persona dentro de la sociedad. En un país tan diverso como es España nos podemos encontrar un buen puñado de diferencias culturales entre un lugar y otro dentro de nuestras propias fronteras. Cada lugar tiene su propio color, su gastronomía e, incluso su propio idioma, una identidad dentro de una región. También su particular forma de insultar o alabar. Pero cultura también significa otras cosas. En nuestra sociedad, por suerte o por desgracia, también es cultura el alcohol, aunque haya quien no lo quiera admitir. Supongo que todos los que estamos aquí entendemos a la perfección el significado de lo que decimos, pero para mucha gente, la reacción más normal sería la indiferencia, por que el alcohol, en principio, no es un problema. ¿O sí?

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Estamos en un sistema social en el que el símbolo de la botella aparece con demasiada frecuencia y cada vez más, en muchos de los lugares que deberíamos entender como ‘embajadores de la cultura’. Desde el comienzo de los tiempos, el alcohol ha sido el protagonista de toda fiesta y congregación masiva de gentes y etnias, incluso en los momentos más tristes del devenir de nuestras vidas. En funerales, en aniversarios, en bodas, comuniones, bautizos, celebraciones particulares, de trabajo, familiares, con amigos, etc. Que el niño diga por vez primera ‘papá’ puede llegar a ser motivo para descorchar una botella de buen cava. Y cuando ese niño aprueba la selectividad, la fiesta es de tal magnitud que el alcohol se llega a pedir por camiones. Esa, por desgracia, es una de las mayores incongruencias que forman parte de nuestra propia cultura. Sería bonito poder decir, como lo hacen algunos, que el alcohol hay que beberlo con moderación. El que se pasa con él, es su problema, no el de los demás.

Miren, discrepamos en ese punto. Cuando la hipocresía afecta en lo más hondo y tenemos que sacar fuerzas de donde no hay para caminar con la frente bien alta, nos formulamos la pregunta que, de bien seguro, más de uno de ustedes se han llegado a hacer: ¿Por qué me rechaza la misma cultura que me ha enseñado a beber? Encontramos normales ciertos aspectos que nos rodean, por el simple hecho de ser cotidianos y no ser noticia. Las guerras y el hambre en el mundo no son noticia, sin embargo hay gente que muere. Declaramos un día al año como día sin tabaco, cosa que está muy bien; declaramos otro como día de la mujer, cosa que nos parece excelente. Y así hasta un sinfín de días y días, apoyados por innumerables estadísticas para reforzar la idoneidad del acontecimiento. Pues bien, nosotros no les traemos toda una retahíla de números y porcentajes. Sólo les vamos a dar dos datos, que consideramos los más elocuentes y, así lo entendemos, deberían hacer despertar a algunos y discrepar sobre ciertos desequilibrios sociales que provoca nuestra capacidad festiva innata. Primer dato: cada año mueren más de 100.000 personas, cien mil, por causa directa de intoxicación por etanol e, indirectamente, por accidentes de tráfico, muertes por accidentes de trabajo, cáncer de páncreas y esófago. Para hacer una arriesgada comparación, les diremos que, frente a la guerra sin cuartel declarada al tabaco (cosa que, por otro lado, consideramos adecuadamente acertada con algunos matices) mueren cada año por el hábito de fumar unas 56.000 personas. Y segundo dato: su consumo continuado, sin ir más lejos, puede propiciar el desarrollo de cánceres como el de colon. Los porcentajes pueden variar dependiendo de lo que se entienda por causas indirectas derivadas de su consumo; lo que es evidente es que, aún siendo difícil ponerse de acuerdo entre las instituciones médicas acerca del número real de muertes, es de destacar que el 70 % de las muertes por cirrosis hepática en nuestro país es responsabilidad directa del alcohol. El 30 % restante corresponde a hepatitis u otros virus derivados. Sabemos también que tan bella substancia es responsable de casos de violencia de género, conflictos laborables, depresiones crónicas y un largo etcétera que quizá enumeraremos en otro momento. Son éstos datos que marcan, una vez más, el desequilibrio provocado en nuestra sociedad por la tolerancia al consumo, cada vez más desmesurado, de uno de los productos más preciados de nuestra tierra.

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Buscar información al respecto, por suerte, no es difícil. Haciendo una sencilla búsqueda por internet, encontramos docenas de sitios en los que hay información y datos bastante interesantes, muchos de ellos alabados por médicos de renombre mundial. Pero después, cuando uno ya ha encontrado la información y se ha saturado de datos y estadísticas, encuentra que falta algo, que algo falla en la forma, que no en el fondo. Hay una pregunta que nos empezamos a hacer cuando dejamos de beber. Antes de eso, sabíamos que había un desprecio por parte de la sociedad, que la imagen que se tenía del alcohólico era la de un hombre sentado en la barra del bar hartándose de coñac o cerveza. Pero después, al empezar a analizar el tema y nuestro entorno, nos dimos cuenta, como muchos aquí presentes supongo, que en los medios no se hacía mención alguna a uno de los problemas más graves en éste y otros países. Y prácticamente, en la actualidad, sigue ocurriendo lo mismo. A veces encontramos una referencia en algún sitio, algún artículo aislado, alguna información sobre ponencias y conferencias pero, falta lo principal: el informe mediático, la difusión en los medios de comunicación (tomamos como ejemplo el tabaco). Y ahora lanzamos una pregunta que ya hace tiempo que nos hacemos y que, por suerte o por desgracia, conocemos la respuesta: ¿Por qué?

¿Hasta dónde puede llegar nuestro interés por el negocio y el dinero que no vemos un problema que hace tiempo que está matando miles de personas aquí, en nuestra casa? Ésta es una pregunta que lanzamos al aire y que está formulada por mucha gente y aún no se le ha dado una respuesta clara.

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Es una pena que a veces tengamos que dar cuenta de los fallos que tiene nuestro sistema. Como hijos de nuestra propia cultura, somos conscientes de los inconvenientes y desafíos a que nos puede llevar lanzarnos a la aventura de la crítica constructiva. Nosotros no empezamos a beber obligados por nadie, eso por supuesto. Nadie nos puso la botella en los labios. Nuestra vida particular, como la de muchos aquí, estuvo plagada de infinidad de problemas ocasionados por la vida que llevamos y, otros, por causas que uno sólo comprende en la intimidad. Aceptar el hecho de ser alcohólico, como ya hemos dicho alguna vez, no es tarea fácil. Pero que el sistema acepte un grave problema derivado de uno de sus más preciados estandartes culturales puede suponer una quimera social y política que nos divida y nos obligue a cambiar de raíz ciertas costumbres profundamente arraigadas. Los alcohólicos rehabilitados no pedimos que nadie beba, no pedimos la ley seca. Lo único que pedimos es que se nos trate como lo que somos: personas. Que el reconocimiento de un fallo garrafal por parte de la sociedad no deba suponer un parto doloroso para aquellos que se aferran a ideales perfectamente posibles. Estamos cansados de ver la cara que pone la gente cuando decimos que somos alcohólicos. Si dijéramos que tenemos cáncer, se entristecerían y nos animarían sin más. Pero esa mirada extrañada y perspicaz, esa sorpresa por parte del que se cree que todo son flores y prados verdes en nuestro sistema, le produce a uno la sensación de ser un bicho raro, un marciano con tentáculos y cola incluida, un fallo social.

Nosotros no somos un fallo social. Ustedes no son un fallo social. Todos formamos parte de una inmensa rueda que gira a una velocidad vertiginosa y, cuando alguno se apea de ella, es tratado con repudio y apartado sin compasión. Nos gustaría poder decirles que ha sido fácil para nosotros llegar hasta aquí. Nos gustaría poder sentirnos satisfechos de lo ocurrido por que hemos tenido la información adecuada en el momento adecuado. No nos sentimos satisfechos del daño ocasionado a nuestro cuerpo y a nuestra familia. Si miran un momento a la persona que tienen a su lado, se darán cuenta que no la conocen, que es un extraño para ustedes. Pero tienen algo en común con esa persona. Tienen en común una lucha diaria por un conflicto que viene de lejos. Eso los une y los hace fuertes y gracias a que hoy están aquí podemos transmitirles una información que, hace tiempo, quizá nos hubiera sido muy útil y podría haber evitado muchas lágrimas. Desde aquí queremos dar, con total sinceridad, las gracias a nuestras familias, especialmente los más allegados, que con su paciencia y comprensión nos han ayudado a despertar entre ustedes. También queremos dar las gracias a todos los familiares de enfermos y decirles que no desfallezcan, que valen la pena esas lágrimas. Solo con ver cómo ha cambiado la mirada de los nuestros es suficiente para continuar luchando por nuestra dignidad, por la de todos. Queremos también agradecer francamente a todas las organizaciones que hacen posible cada día el milagro del rehabilitado. A Remare especialmente y a las personas que lo dirigen, porque son un claro ejemplo de ayuda y dedicación plena. Y queremos darles las gracias a ustedes por estar aquí y aguantar estoicamente los sermones que les damos. Eso significa que la rueda ha empezado a moverse de otra manera y que ustedes han decidido cambiar alguna cosa y han perdido el miedo al ‘qué dirán’, aunque sea por orgullo.

Ojalá la próxima vez que nos veamos podamos contar con otos datos, otros números que nos hagan más felices y nos den la tranquilidad que no nos otorgan las circunstancias de nuestras vidas. Les deseo lo mejor del mundo. Gracias.

Rodolf Sabaté

Remare

 

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Dar la Cara

 

(Congreso Nacional Benidorm - 2006)

El día que decidí mostrar mis credenciales por vez primera no hace mucho en los medios y en público, le pregunté a mi mujer: ‘- ¿Te importa si lo hago?-‘. Ella me contestó que no, por supuesto. Cómo le iba a importar. ‘- Pues bien sencillo....’- le dije. Por los vecinos, por la familia, por el trabajo, por los amigos... por la peluquera, por la del pan, la farmacia, el del videoclub. En definitiva, por cien motivos diferentes y diarios. Tenía que preguntarlo, era mi deber. El egoísmo forma parte de nuestras vidas y quien más quien menos tiene algo de ese defecto. Pero siempre intento compensar lo que mal hago y así, al menos tengo la esperanza de que mi pareja será respetada como se merece.

No es que me guste salir y hablar en público. Quizás hay quien se lo cree así, quizás hay quien se piensa que el que sube aquí es para ‘chupar’ cámara e hinchar su ego. Quizás incluso hay quien cree que todos los que estamos aquí hemos venido a pasar unas pequeñas vacaciones y, de paso, si podemos regodearnos ante los demás viendo cómo nos miran y aplauden puede que tengamos un fin de semana redondo. Hay gente ahí fuera que piensa eso y hay quien cree también que todo se soluciona con dinero. Tantos errores de apreciación juntos no nos llevan a buen puerto. Dejad de todas formas que os explique una pequeña historia, corta y clara, sobre una persona que podría ser cualquiera de vosotros.

La historia podría empezar así: ‘Hace unos cinco años mi vida estaba poco menos que destruida. Por el alcohol. Ahora hace un mes que me casé y he conseguido rehacer todo lo destrozado, resurgir de las cenizas, como el Ave Fénix’. Esta última no es la mejor comparación pero resume muy bien el sentido de lo vivido. A partir de aquí cada uno de nosotros podría contar su historia, cuanto más larga más lacrimógena y terminaríamos abrazándonos como hermanos en un océano de empatía. Pero todos sabemos la verdad y la verdad es que tenemos una vida propia, tenemos luz propia y tenemos, muchas veces, razones de peso para pasar inadvertidos, desapercibidos y actuamos con discreción la mayoría de las veces en las que nos congregamos. Y es lo más lógico viendo cómo está el panorama social; de momento debemos conformarnos con conseguir lugar para reunirnos, que ya es mucho. Cambiar las leyes será el próximo paso y modificar la cultura de diversión de este mundo tomará un par de generaciones. Tal vez bastante más.

Mientras tanto seguiremos dando la cara algunos, reuniéndonos otros y siguiendo con nuestros grupos de autoayuda y ruedas de participación. Seguramente habréis notado un deje de frustración en mis palabras. Es muy posible que así sea. Veréis, lo único que me aguanta aquí arriba, después de todo lo que he tenido que ver y oír en estos casi cuatro años es esto: todas esas personas luchadoras que están detrás, delante y en medio de nuestro tratamiento y que pelean por conseguir un sitio, una valoración adecuada por parte de los estamentos oficiales. Esa gente, que todos deberíais conocer, sí que da la cara de verdad. Una persona que dedica el 95 % del tiempo de su vida a una causa como la nuestra debería tener una calle con su nombre, una estatua, un regalo digno de su figura. Admiro a esa gente, puesto que yo no puedo hacerlo. No puedo dedicar ese tiempo a esa causa, por muchos motivos que sabemos y por otros que guardo para mí. Pero me indignan, dentro de mi corta experiencia, ciertos aspectos de la gente en general y me siento impotente dentro de un marco político y social que no ayuda, ni apoya ni acepta.

Ese detalle nos hace, por decirlo de alguna manera, algo diferentes respecto a los demás. Vemos las cosas de otra manera y sabemos dónde está el problema. Dentro de muchos años, con total seguridad nos seguiremos preguntando si es tan difícil entender cuatro sencillos puntos acerca de la sustancia llamada Alcohol.

Nos lo seguiremos preguntando y la sociedad seguirá riendo y haciendo macro-botellones, quedadas alcohólicas, celebrándolo todo con el mismo ingrediente de siempre para no llevar la contraria a nuestra ancestral tradición y, políticos dándose la mano con empresarios para terminar de rematar, si aun no lo habían conseguido, la minada moral de miles de alcohólicos.... y familiares, no lo olvidemos. Y dolidos y confundidos familiares, esos grandes olvidados.

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Otra cosa es el miedo que tenemos a decir lo que somos. Es el miedo a la reacción del interlocutor, es el miedo a la espera de qué ocurrirá cuando se sepa. Por pura vergüenza, muchas veces no contamos nuestra historia. Damos excusas de mal pagador como: ‘Me estoy medicando’... o... ‘Soy alérgico y me sienta mal’. Cuando decimos la verdad, por el contrario, siempre nos miran como si fuéramos terneros dirigiéndonos al matadero: pobrecito, lo siento... Pero ole tus narices, eh? Qué fuerza de voluntad, te felicito. Perdonad que me entre la risa: pero qué poco sabe mentir la gente. Quizás, al fin y al cabo, el miedo lo tienen ellos por si nos coge un ataque de algo delante suyo o arrancamos por sevillanas cogiendo las dos mejores botellas de vino de la despensa de nuestro anfitrión. O salimos al balcón a cantarle a la luna, quien sabe, la gente tiene miedo.

Hace algún tiempo en Remare hicimos un curso de Autoestima. Los resultados fueron, como poco, ciertamente sorprendentes. Había gente que, antes de hacer el curso, se pensaba que sólo debía tener autoestima por su problema por el alcohol. La verdad es que cuando ciertas personas vieron que la autoestima es la base real del Espíritu personal del individuo, el apoyo fundamental de su intelecto, se percataron que una vez superada la enfermedad del alcohol, como cualquier otra enfermedad, hay que dirigir los esfuerzos a la siguiente que se pueda presentar o al próximo problema que se deba resolver. La fuerza personal (la personalidad, el carisma) se presenta en todos los ámbitos de nuestra vida, en todo caso el alcohol ha sido una prueba, un duro escollo que hemos superado y que nos empuja, ahora en bajada libre, hacia delante, con plena conciencia y entereza. Eso es lo que realmente vale, nuestra actitud ante la vida y no sólo el superar uno sólo de los problemas que la misma nos ofrece, irónica y con su cara más amable, como el verdugo y la guadaña. La sonrisa de la muerte se nos ha quedado, a muchos, grabada a fuego en nuestra mente. Ha sido una horrible experiencia que nos ha hecho madurar y nos hemos sorprendido de nuestras posibilidades. El otro día tuve que oír el típico ‘¡Quien te ha visto y quien te ve...!’ de boca de una amiga mía. Si tu supieras, hija mía... si tu supieras.

Todos tenemos nuestros secretos personales, eso que no hemos contado nunca a nadie. Nuestro alcoholismo es, en ocasiones, un gran secreto que no contamos así como así. Pero eso no ha de limitarnos para demostrar a los demás que un alcohólico rehabilitado es algo más que un simple enfermo. Porque el alcoholismo es una enfermedad mortal (eso sí que es un

arma de destrucción masiva, viendo los números anuales) y hemos logrado darle esquinazo. Pero por si fuera poco, ese sufrimiento ha ido acompañado de todo un abanico de dulzuras y risas engañosas que nos han hundido en lo más profundo del pozo de la depresión. Y aquí estamos, una vez más, contándonos algunas historias y aprendiendo, que eso es lo que hemos venido a hacer.

No creo que debamos tener miedo a dar la cara. Pienso que hay que ser prudentes y discretos, pero nunca olvidar bajo la almohada una vieja y amarillenta carta de amor. Hay que coger y leer de vez en cuando esa carta, recordar qué es lo que fuimos y ver en lo que nos hemos convertido. Casi todas las noches hago lo que mi abuela nombraba ‘Examen de Conciencia’. Muchos de vosotros lo conoceréis. Examinas todos tus actos y les das una valoración. De eso aprendes e intentas, al día siguiente, no cometer los mismos errores. ¡Ah! Pero éramos humanos, ¿Recordáis? Y somos el único animal que tropieza varias veces con la misma piedra, a veces veinte otras cien.... Y no nos debe importar cometer errores. Lo que vale, amigos, es volver a levantarse. Siempre hay que volver a levantarse y dar la cara. Sólo así seremos valorados, todos nosotros, delante del mundo sin alma que nos ha tocado vivir.

Cuando me preguntan por qué no bebo contesto que una vez me bebí en ocho años todo el alcohol que podía beberme durante toda mi vida.

Pero por favor, no te quedes con eso; sólo mira los ojos de mi mujer y dime si es feliz.

Gracias a todos por estar aquí.

Rodolf Sabaté.
 
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